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Leer solo en caso de apocalipsis

Si alguien nos lo hubiese dicho hace solo algunas semanas, le habríamos dicho que estaba loco, que cosas así solo pasaban en las películas. Pero aquí estamos, en medio de un estado de alarma, medidas de confinamiento y gentes con bolsas en la cabeza en metro y supermercados.

A pesar de todo lo que estamos viendo a nuestro alrededor, yo soy optimista, creo que en unas pocas semanas empezaremos a ver cifras más positivas y aplanar la curva de contagiados. Y solo unas pocas semanas después empezarán a flexibilizarse las normas y volveremos poco a poco a nuestros trabajos y a la normalidad.

Sin embargo, todos no podremos recuperar tan rápido los empleos. Los puestos de trabajo son fáciles de destruir en un ERTE, pero la vuelta a la normalidad en la economía después de un susto así, no es tan rápida ni efectiva. ¿Qué hacer en caso de apocalipsis profesional? ¿Cómo podemos recuperarnos los más prónto posible? Aquí van un par de ideas:

  • Fórmate con Coursera, Edx o MíriadaX. Tienes cursos, minicursos y másters de prestigiosas universidades e instituciones para casi cualquier cosa que puedas imaginar en tu sector o para la vida en general. Muchos en inglés, pero otros tantos en español. Puedo recomendarte estos, independientemente del tipo de trabajo que hagas:
  • Aprende un idioma como el inglés, el alemán, o el francés (especialmente el primero, que te permitirá el acceso a contenidos, formación y lecturas que con solo el castellano no podrás acceder). En España contamos con una red de Escuelas Oficiales de Idiomas que ofrecen cursos y profesores de un altísimo nivel, por un precio que no llega ni al 10% de lo que te costaría una academía privada.
  • Hazte un ciclo medio o superior de formación profesional (ver TodoFP.es). Cuentas con múltiples opciones presenciales, online y semipresenciales que te permitirán formarte muy bien, mejorar tu empleabilidad o obtener un título para eso que siempre has sabido hacer, pero no tenías un certificado que te lo reconociera.
  • Hazte tu propio máster personal, buscar lecturas en Amazon sobre la «carrera» que te quieras hacer y selecciona dos o tres libros buenos y clásicos sobre la materia. Una vez terminados y con más conocimiento sobre la materia. Encarga ahora otros dos o tres, esta vez más específicos. Sigue así en el plazo de un año, que es lo que dura un máster.
  • Lee, lee y lee. Ponte una meta: 45 minutos al día deberían darte para leer una 30 páginas, eso son 210 páginas a la semana, unos dos libros al mes. No está mal, ¿no? Aquí van algunas sugerencias:
    • Peopleware, de DeMarco y Lister.
    • Managemente 3.0, de Appelo.
    • The Phoenix Project, de Kim et al.
    • The Unicorn Project, de Kim.
    • Fuera de serie, de Gladwell.
    • Pensar rápido, pensar despacio, de Kahneman.
    • Scrum, de Sutherland.
    • Lean startup, de Ries.

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Entrevista en el blog de OnTranslation

Hace tan solo unos días he tenido la oportunidad de ser entrevistado por OnTranslation.es, una empresa que proporciona servicios de traducción a, entre otros, el Ajuntament de Barcelona o al Institut Ramón Llull, y a la que pronto le darán el premio a mejor empresa de traducción desde una agencia de UK.

Todo un honor verme entre la lista de entrevistados por el blog de OnTranslation, viendo que entre ellos hay gente como Marta Galligó, Ferran Barbará o Miguel Noguera.

Aquí tienes el enlace a la entrevista, espero que te parezca interesante: Antonio Martel y la gestión de proyectos SCRUM.

Cómo manejar la presión

Uno de los clásicos de la literatura de la industria del software, Gerald Weinberg en su libro Quality Software Management cuenta en uno de los capítulos de ese libro: «Durante una época de crisis, la mayor parte de la gente está haciendo malabares con muchas tareas al mismo tiempo. De hecho, un síntoma de sobrecarga es el número de gente asignada la mitad del tiempo al proyecto A, 1/7 al proyecto B, 1/23 al proyecto C, y así sucesivamente. Las tareas continúan llegando, y los mánagers simplemente añaden más tareas al personal existente».

A simple vista, vemos que una dinámica así no nos puede llegar muy lejos, pero cuando estamos en medio del jaleo, no es tan sencillo de ver. No queremos añadir más gente, porque esto tiene un coste obvio y porque, de acuerdo a la Ley de Brooks, añadir gente a un proyecto retrasado solo lo retrasaría aún más.

Weinberg indica en su libro que, cuando nos dedicamos a hacer mil cosas a la vez, no lograremos avanzar nada. Es más, iremos mucho más despacio que si solo tuviéramos que hacer una o o dos. Las razones que señala para este fenómeno son muy parecidadas a las que Brooks explica para su ley. En esta serie de pasos Weinberg explica cómo nos vemos metidos en esa espiral:

  1. Tenemos una cantidad alta de trabajo por hacer.
  2. Encontramos una falta relativa de progreso.
  3. Aumentamos la carga de tareas.
  4. Con las nuevas tareas necesitamos:
    1. Tiempo para aprenderlas.
    2. Tiempo para los cambios de contexto al saltar entre unas y otras.
    3. Tiempo para la coordinación entre las viejas y las nuevas tareas.
  5. Vuelta al paso número 1.

De nuevo, según Weinberg, el único factor que impide que esta táctica nos lleve a peores resultados, es que la gente más sobrecargada simplemente ignore las nuevas tareas que le van llegando. O ignore las antiguas. O ambas.

Parece radical, pero ¿no te has visto alguna vez en una situación similar? Es tal la sobrecarga y te ves tan abrumado con las nuevas tareas que te acaban de llegar que simplemente cierras los ojos y dices: «Al diablo, haré como que no he visto nada. Iré a casa, colgaré el teléfono y cerraré el Skype. Terminaré de una vez eso que debía haber entregado hace dos semana, y a lo que solo le he podido dedicar 3 minutos cada 4 horas».

Una tabla sencilla que Weinberg ha calculado para estimar los efectos perjudiciales de intentar la multitarea cuando nos enfrentamos a varios proyectos al mismo tiempo es:

Número de tareas% del tiempo efectivo en cada una
1100%
240%
320%
410%
55%
más de 5aleatorio

A poco que lleves algunos años trabajando, seguramente lo habrás vivido alguna vez: tienes mucho trabajo y todas las tareas son importantes. Te interrumpen cada día con una nueva que es aún más urgente que la de ayer. Intentas hacer todo al mismo tiempo y sacas un rato para cada una, pero apenas notas algún avance. No me extraña, según Weinberg, si repartes tu tiempo entre 5 tareas a la vez, de cada jornada de trabajo, solo lograrás un 5% para cada una de ellas. Un 25% de efectividad total de tu día de trabajo.

Desde luego, así es imposible sacar nada adelante y la situación no hará más que empeorar. Plántate y sal de ese bucle. Aprovecha la Ley de Secuencias Homogéneas de Carlson y dedica todo el tiempo que te sea posible a solo una de las tareas pendientes. Ignora las demás. Serás productivo un 100%, cuatro veces más. Ahora solo te quedan 4 tareas.

Aborda la siguiente sin distracciones antes de que llegue una nueva y lograrás avanzar. Solo hay que mantener la cabeza serena e ignorar los cantos de sirena que te dicen que todo es urgente. Como diría Kipling: «Si puedes mantener la cabeza cuando todo a tu alrededor pierde la suya y te culpan por ello; (…)».


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Ponte metas altas en tus sprints

Daniel Kahneman, el conocido psicólogo y premio Nobel, especializado en la economía conductual, nos explica que las metas que nos marcamos son puntos de referencia a partir de ese momento. Todo lo valoramos hasta llegar ahí, pero lo que pase de ese punto, deja de tener nuestro interés.

En su libro, Piensa rápido, piensa despacio, Kahneman nos explica el caso de los taxistas de Nueva York. Se fijan ellos mismos una meta diaria del dinero en carreras que tienen que hacer y dan vueltas y vueltas hasta que lo consiguen y se van a casa. En los días malos esto se traduce en jornadas agotadoras que no acaban nunca, pero en los días lluviosos la gente usa mucho más el taxi en lugar de caminar. Durante esos días de fuertes precipicitaciones, consiguen llegar a su meta pronto y se van pronto a casa a descansar (lo que hará que dejen de haber taxis disponibles y estos sean más escasos y demandados).

Si nos paramos a pensar un poco, veríamos que sería mejor hacer jornadas largas durante los días lluviosos, donde conseguiríamos dinero rápido, pero podríamos irnos a casa temprano durante los días de poco movimiento. Estaríamos «comprando» así ratos de ocio a bajo precio.

La meta diaria que se ha fijado el taxista y la aversión a la pérdida hará que le horrorice quedar por debajo de la media que se ha propuesto y trabaje a destajo durante los días de pocas carreras. En cambio, no le preocuperá lo más mínimo que pueda estar dejando de ganar el dinero de todo una jornada en solo para de horas de un día lluvioso.

Fíjate metas para tus sprints, metas ambiciosas, no demasiado altas de forma que se convierta en ridículo intentar alcanzarlas, pero sí que supongan un reto, un buen logro si lo conseguimos. Si el trabajo sale bien y conseguimos rápido el objetivo principal del sprint, siempre tendremos algo más ahí por hacer y que nos ayudará a sumar todavía más puntos.

No lo conviertas tampoco en un drama si de vez en cuando el sprint sale mal y durante esas dos semanas no conseguimos gran cosa. No pasa nada, es uno de esos días lluviosos. Seguramente hubo algo complejo que se atravesó en nuestro camino. Una vez resuelto, durante las dos semanas siguientes, seguro que podremos sumar mucho más con el camino, ahora sí, más allanado.


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Referencias:

  • Kahneman, D. (2017, enero). Pensar rápido, pensar despacio. Barcelona: Penguin Random House.

No rellenes tu tiempo con cualquier cosa

No lo rellenes por rellenar, por parecer ocupado. Supones que algo productivo debes estar haciendo, pero ¿el qué?. Buscas un tarea sencilla por hacer hasta que comience el próximo sprint y te dispones a hacerla. Después de todo, no vas a estar de brazos cruzados, ¿no? Además, siempre puedes sumar un punto fácil en el sprint actual.

El problema es que casi cualquier cosa que hagas, por pequeña que sea, tiene un coste de mantenimiento, de desarrollo, de errores inesperados, de cambios solicitados después. Tiempo para mostrala en la demo, para revisarla, para corregirla y un largo etcétera. ¿Y si no la entendiste bien o no era tan fácil como parecía? ¿Por qué abrir ese melón?

Parecerás estar ocupado, pero si lo que haces no aporta valor, ¿para qué lo haces? Cada línea de código que produces tiene un coste, son inventario que hay que mantener, que actualizar si otra parte cambia,… Es como el material que produces en una fábrica, para qué lo produces ¿para mantenerlo guardado en el almacén? Eso cuesta dinero. Y Producirlo también.

Comenzar cosas hará que se empleen tiempo y recursos en algo que probablemente quede a medio, que se oxide con el paso del tiempo, que pierda valor y que nadie recuerde cuando se vuelve a retomar. Es como comenzar a abrir fruta, pero solo comer un poco. Luego abres otra y otra, pero no terminar ninguna.

Podrías además estar causando un cuello de botella en un sección diferente u obligando a que otro departamento dedique su tiempo o sus recursos a manejar eso que produces (como al departamento de Calidad o de Operaciones). Si nadie tiene verdadero interés en lo que has hecho, mantener a los «obreros» ocupados te hará sentir mejor, pero te estará causando perjuicio. Es mejor que estén holganazeando, suena mal, incluso es contraintuitivo, pero realmente te costará menos.

Siempre podrás dedicar ese tiempo a un spike, a estudiar lo próximo que vas a comenzar, o a preparar el terreno para lo que necesites. Seguro que encuentras un montón de cosas por hacer. Aunque no vayan a sumar puntos en el sprint actual, ganarás tiempo para el próximo, dónde sí que podrás avanzar mejor con el camino ya asfaltado.

Seguro que conoces esa alegoría popular en las redes sociales, sobre un profesor que enseña a sus estudiantes que un tarro lleno de piedras de diferente tamaño, incluso con arena, siempre puedes terminar de llenarlo con un par de cafés (aunque ya pareciera abarrotado).

Ese símil también nos vale para estas situaciones: si rellenas el tarro con las tareas pequeñas, la arena, nunca habrá hueco para las piedras grandes y de valor. Siempre se retrasa el inicio de la tareas importantes: se está distraido con los pequeños detalles. Para los grandes proyectos nunca se encuentra tiempo. Su slot está ocupado por asuntos diminutos que no están, ni de lejos, entre los objetivos de tu empresa.

Rellenar tu tiempo con cualquier cosa hará que engordes inutilmente tu producto. Haz dieta y evita caer en la tentación de mantenerte ocupado con tareas de poco valor.


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