Parece un principio obvio, respetado seguramente por los jefes de proyecto y managers en muchos de los equipos de trabajo, pero casi con toda seguridad no en todos.

Pero ¿qué significa exactamente respetar a la gente? En lo básico se trata de:

  • Escuchar con atención.
  • No desechar las opiniones cuando son diferentes de las propias.
  • Animar a la gente a que diga lo que piensa.
  • Tener empatía con los demás.
  • Intentar ver las cosas desde otros puntos de vista.

Se debe practicar esto con cuidado porque se puede caer en una situación en la que se esté de acuerdo con la opinión de todo el mundo y esto no siempre es posible. Se trata de ser asertivo y saber decir que no se está de acuerdo con una opinión sin sonar agresivo o imponer siempre la opinión propia.

Además de estos puntos básicos, también es importante facilitar el que los miembros de los equipos tomen sus propias decisiones. Son, en numerosas ocasiones, expertos en su campo y nadie mejor que ellos conocen las implicaciones positivas y negativas de una decisión. Si frecuentemente no ven respetadas sus opiniones, o se les desautoriza, dejarán de atreverse a proponer ideas nuevas o a expresar los pros y los contras a las ideas que otros sugieren.

Como no, respetar el crecimiento de los miembros del equipo de trabajo, es también un punto a resaltar en el trabajo como responsables de un proyecto. La gente trabaja, acumula aprendizaje y experiencias proyecto tras proyecto y se merece crecer en responsabilidades para mejorar sus condiciones, aprender cosas nuevas y enseñar lo que ha aprendido. Limitarlos a lo que han hecho siempre porque son difíciles de sustituir o porque se está acostumbrado a verlos ahí no beneficia a nadie, ni al proyecto ni a ellos.

Por último, deben también respetarse los límites naturales de los miembros del equipo de trabajo. No todo el mundo puede entregar al mismo nivel todo el tiempo. Además, el bajo rendimiento de un miembro del equipo podría ser debido a su situación personal, laboral o su estado de salud. Presionarles, ahogarles en trabajo o quemarles (en japonés Muri, en inglés Overburden) no mejorará su productividad, al contrario, la empeorará.

Se deben respetar estos límites, entender estas situaciones y entender también que no se puede medir el rendimiento de todo el mundo sólo en un número de líneas de código. Cada miembro del equipo de trabajo cumple también otras funciones además de codificar, diseñar o analizar. Algunos son meticulosos con el trabajo entregado, otros son catalizadores que estimulan la confianza, animadores o líderes y un largo etcétera.