Uno de los principios básicos de SCRUM (y también unos de sus desafíos) consiste en la aceptación de que el cliente puede cambiar de idea sobre lo que necesita. Con SCRUM se intenta dar una respuesta flexible admitiendo que el propio cliente puede no tener completamente definido cuál es el problema y que, a menudo, a medida que avanza el proyecto éste puede darse cuenta de qué es lo que realmente necesita. Por esto, entre otras cosas, SCRUM es denominada como una metodología Ágil.

La lista de requerimientos y funcionalidades creada al principio del proyecto es abierta y puede ser modificada en cualquier momento. Contiene estimaciones aproximadas del esfuerzo que supone el desarrollo de estas funcionalidades y, antes de comenzar cada iteración o sprint, se toma un grupo de estos requerimientos como objetivo para el final del mismo. Dos o tres semanas más tarde, los requisitos serán otros y el nuevo objetivo a alcanzar puede ir en una línea distinta a la definida unos sprints atrás.

Es una nueva forma de trabajar, un tanto difícil de asimilar, tanto para el cliente como para el proveedor. Hay caminos aparentemente más fáciles. Siempre podemos volver a la fórmula tradicional: En primer lugar analizamos el problema durante meses, cuando tenemos claro lo que debe hacerse comenzamos a desarrollar la solución duramente varios meses más. Al finalizar, cruzamos los dedos y entregamos el producto final al cliente.

Después de este punto, quién no ha oído frases como ‘Pero esto no es lo que yo quería, aquí falta …’, ‘No, así no era, no me entendiste bien …’, ‘Sí, está bien, pero voy a llamar al Director que es quién realmente da el visto bueno’ (por supuesto, el Director no ha acudido a ninguna de las reuniones de análisis) Después de los meses de trabajo invertidos y las prisas y el estrés para cumplir las fechas comprometidas, el cliente no ha recibido lo que necesitaba y necesitaríamos trabajar aún más para intentar parchear la solución proporcionada.

La flexibilidad de SCRUM también tiene sus riesgos: ¿Qué sucede si el cliente no termina nunca de añadir nuevas funcionalidades a la pila del producto? ¿y sí el cliente redefine incesántemente cada requisito? Esto será tema para otra entrada del blog.