Si has trabajado alguna vez con Scrum, el más popular de los frameworks ágiles, probablemente te hayas dado cuenta de que los equipos trabajan algo más deprisa. Incluso cuando solo se han puesto unos sprints en marcha, el equipo entrega más cosas en esas dos semanas que si no hubiese meta alguna.
A veces, hasta puede llegar a ser un problema: los equipos comienzan a trabajar demasiado rápido ignorando la calidad o si están aportando valor o no (bendito problema, cuando se viene de un equipo bloqueado que no consigue entregar nunca nada).
Achaco ese incremento de la velocidad al simple hecho de que tenemos una meta que cumplir cada dos semanas. Una serie de puntos a los que nos hemos compremetido y que, en menos de lo que canta un gallo, ya tenemos que entregar de nuevo, y así continuamente, semana tras semana. Hemos fijado unos objetivos y alcanzarlos supone un pequeño estrés (pequeño o medio si lo has hecho bien, grande o insoportable si conviertes el proceso en un Scrum del Terror) .
Esto nos los explicaba ya Parkinson hace unas décadas en una de sus conocidas leyes: «El trabajo se expande hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización». Si hubiésemos entregado todo el proyecto al final del mismo, un año después de haber comenzado, probablemente nos habría quedado todo el trabajo para el final (la fase de pruebas se ejecutaría después de entregado, si quedase presupuesto).
El estrés parece que también es lo que hace que los árboles crezcan más (o que su fruto sepa mejor): a Simcha Blass un ingenerio en Israel, uno de los capataces de una plantación en el desierto de Negev, le llamó la atención sobre un árbol más grande que los demás que estaba creciendo «sin agua».
Estuvieron excavando alrededor del árbol para saber cómo podía ser esto y de donde sacaba el agua. Descubrieron que, efectivamente, el árbol estaba fuera del circuito del agua, pero una tubería cercana goteaba suministrándola del poco que le permitía sobrevivir. El estrés por la falta de agua estaba haciendo a este árbol crecer más que los demás. Así se inventó el riego por goteo en Israel que tanta agua ha ayudado a economizar por todo el mundo.
Es bueno ponernos metas, intentar alcanzar objetivos y
hacer un esfuerzo extra para conseguirlos cada poco tiempo. Deja que los estresores saquen lo mejor de nosotros mismos para llegar a lo que aspiramos.
Establezcamos pequeñas metas, un poco exigentes, algo ambiciosas, para forzarnos a adaptarnos y no dejar que se nos acumule el trabajo. Se trata de sobrevivir lean, sin grasa ni agua en exceso que nos haga ser insípidos. Permite que el estrés te ayude a encontrar soluciones de bajo coste e ingeniosas para los problemas de cada día en tu producto.
Huye también de la financación a espuertas o márcate objetivos como si no contases con ellos. Lo agradecerás cuando tengas que devolver todo ese dinero o dar explicaciones sobre lo gastado.
Sobre los efectos negativos del estrés, o del exceso de este, ya hableremos más adelante.
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Referencias:
- Colaboradores de Wikipedia. (2019, 19 de julio). Ley de Parkinson. Recuperado de https://es.wikipedia.org/wiki/Ley_de_Parkinson
- DripWorks (2015, 28 de mayo). The History of drip irrigation. Recuperado de
https://www.dripworks.com/blog/drip-tubing-and-the-history-of-drip-irrigation