En muchas empresas de tamaño grande han estado teniendo problemas con la adopción de Scrum. Tienen múltiples equipos trabajando en diversos productos interconectados y cada vez que tienen que acometer un desarrollo en el que hay dependencias distribuidas entre esos equipos, los tiempos de entrega se alargan indefinidamente.
Es por eso que un porcentaje alto de esas empresas han decidido adoptar SAFe (Scaled Agile Framework Enterprise) buscando escalar la agilidad al tamaño de sus proyectos. Cuando me enfrenté a esta forma de trabajar por primera vez, lo hice algo preocupado porque fuera un monstruo demasiado grande de digerir y se tragara la posible agilidad que pudiéramos tener.
Lo cierto es que tiene algunas cosas buenas: el Product Owner debe aprobar cada desarrollo (lo que suele implicar que todo el mundo revise bien su trabajo para evitar un rechazo) y los Planning Interval cada tres meses te fuerzan a tener en mente los objetivos a largo plazo que tiene la empresa.
Por otro lado, esa planificación tan a «largo» plazo puede hacer que se pierda algo de flexibilidad. Además de que las reuniones de coordinación entre todos esos equipos de trabajo hacen que el tiempo empleado en reuniones (y la multidud que asiste) se multiplique por varios órdenes de magnitud.
Desde luego, no ha estado mal la experiencia. Quizás, cuando la vea dentro de unos meses, valore haber ganado, o perdido, otras cosas de las que ahora no me doy cuenta.